El primer día del año, cada 4 años, Lima estrena autoridades políticas. Meses antes de las elecciones se escuchan las promesas de los candidatos y se les ve visitando las barriadas más populosas, besando y abrazando a todo el mundo mientras ofrecen mejoras y cambios, entre todo lo demás.
A decir verdad, Lima es una ciudad que prácticamente no tiene límites en sus extremos norte y sur y se ha convertido en una megalópolis con casi 10 millones de habitantes y un sinnúmero de realidades.
Es así que no es raro encontrarse con muchas versiones de una misma ciudad, por ejemplo la Lima gastronómica -muy en boga estos días; o la Lima histórica -que nunca ha dejado de estar presente; la Lima aventurera -aquella del surf, parapente y bicicleta; o la Lima cultural -que se luce con espectaculares museos, teatros, galerías y conciertos.

Crédito: Evelyn Merino Reyna Buchanan – Lima más arriba Facebook.
Pero también está la Lima olvidada, contradictoriamente, la versión más amplia de todas, la que alberga más rostros y realidades, pero que se vuelve borrosa gracias a la niebla costera, el polvo del desierto y finalmente la distancia y la indiferencia.

La pequeña y distante franja de edificios blancos es la Lima de siempre mientras que la gran sección marrón es la Lima olvidada.
Quiénes son los habitantes de la marginalidad, qué hacen para sobrevivir, por qué están aquí y tantas otras preguntas que podría uno hacerse, no se contestan al llegar al aeropuerto -a pesar de poder verse claramente desde la ventanilla del avión. Tampoco hay respuestas durante la sobremesa en los mejores restaurantes, o mientras se espera la mejor ola en la rompiente. Tampoco se encuentra dicha información en los folletos o programas de exposiciones y eventos.
Pero qué tiene que ver todo esto con nosotros, con el turismo, con el maravilloso Perú, orgullo nuestro y destino de fantasía para foráneos. Pues todo depende de la filosofía de viaje, del compromiso del visitante con el destino, y finalmente, de la responsabilidad.
Afortunadamente contamos con importantes aliados que como nosotros han tenido el valor y han arriesgado en cuanto a buscar alternativas al turismo convencional, generando oportunidades de convivencia y experiencias de vida de frente a la realidad.
El destino Perú, visto de manera panorámica, es tentador y encantador, pero deja por fuera todo aquello y a todos aquellos que son el verdadero motor de la sociedad, a los campesinos y pescadores, a los trabajadores del hogar, a los vendedores ambulantes, artesanos, cocineros, meseros, vigilantes, conductores, personal de mantenimiento, obreros, recicladores y pare usted de contar.
Al año de haber sido fundada conocimos a Alternative Peru y hoy, con varios años más en su haber, estamos muy felices de contar con ellos para que, a través de sus excursiones, nuestros clientes puedan descubrir los lugares menos conocidos de Lima, donde la desigualdad es evidente pero donde las ansias de progreso no cesan.
Las personas que usted conocerá y los sitios que sus pies pisarán, son resultado del fenómeno migratorio interno que ha atraído a gente de todos los rincones del Perú hacia la capital, por motivos tan diversos como la violencia promovida por el terrorismo, la desatención social, la carencia de oportunidades laborales, de estudio y tantas otras cosas.
Las nuevas Limas, como algunos las han llamado, son el lugar de descanso de la gente que le da vida a la Lima de siempre, y han crecido tanto más que la original al punto de dejarla empequeñecida, y prácticamente absorbida.
¿Alguna vez ha escuchado sobre las villas de Lima (Villa Maria del Triunfo, Villa El Salvador); o sobre el cono norte (Comas, Carabayllo, Puente Piedra, Los Olivos); o sobre el distrito más densamente habitado del país: San Juan de Lurigancho? Seguramente no y no hay porqué extrañarse, pues son pocos los que les prestan atención, menos aún el turismo convencional.
Son principalmente organizaciones no gubernamentales, universidades y grupos de voluntarios los que primero hacen contacto en los asentamientos humanos. Las carencias en servicios básicos como electricidad, agua y desagüe, vialidad y transporte, salud y disposición de desechos, educación y recreación convierten a estos lugares en sitios prioritarios de acción. Sin embargo, si no es temporada electoral, difícilmente se notará la presencia del gobierno local o central.
Por eso llamamos al presente artículo “Lima olvidada”, pero nos emociona saber que hay gente trabajando para sacar del olvido a las personas que aparentemente no tienen rostro para las autoridades, a quienes aparentemente no tienen necesidades como el resto de la sociedad pero que día a día transitan las calles de la “Lima de siempre”, llenan sus medios de transporte y entran en los mercados, oficinas, aulas y todo espacio público y privado, para en la noche, volver a caer en el anonimato.
Entonces resulta inspirador poder descubrir el lado esperanzador, optimista y de las buenas iniciativas que se generan en la Lima olvidada, sin dejar de lado los contrastes y la realidad que se vive y se percibe fácilmente al conocer, por ejemplo: al impactante segundo cementerio más grande de Latinoamérica, o al observar los límites amurallados entre un distrito pudiente y otro pobre.
Visitar estos ambientes difíciles y duros no tiene por que ser una excursión peligrosa ni mucho menos deprimente, todo lo contrario, pues da lugar a la reflexión y resulta refrescante darse cuenta de la actitud frente a la adversidad de los personajes que usted conocerá.

Crédito: AlternativePeru.org
Los proyectos sociales y ambientales que de manera innovadora se han instaurado en estos asentamientos humanos, son un rayo de esperanza, que a su vez, atraen cada vez más a mayores iniciativas como es el caso del turismo, y que van haciendo una cadena de buenas intenciones que se fortalece con cada nuevo eslabón que se suma.
No en vano las opciones de conocer esta realidad alternativa se van incrementando y resulta novedoso poder visitar por ejemplo: el centro arqueológico más importante de Lima y luego, el mismo día, una comunidad de artesanos migrantes que abren las puertas de sus talleres y sus vidas a los visitantes; o de pasar una mañana navegando por un mercado, probando y preparando comidas y terminar en un asentamiento humano conociendo algún proyecto social, u otro que se enfoca en la concientización ambiental. Otras opciones incluyen la visita a un antiguamente olvidado barrio que resurgió con el arte de la calle, o a una comunidad indígena amazónica, que a pesar de todas las dificultades que plantea instalarse en una ciudad decadente, continúa esforzándose en la preservación de sus costumbres originarias.

Crédito: AlternativePeru.org
Le invitamos a que cuando esté en la capital no deje de visitar sus atractivos principales y probar su fantástica comida, o gozar de las maravillas de la modernidad y la cultura local. Pero dedíquele también un tiempo a conocer aquellos espacios olvidados y a la gente que ahí encontrará. Le sorprenderán los increíbles límites del espíritu y perseverancia humana, donde también hay espacio para la risa y la amistad, los sueños y la felicidad.
Salga del camino más transitado y déjese llevar por los expertos en viajes responsables hacia la Lima alternativa, esperando pronto dejar de llamarla la Lima olvidada.
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