13 de diciembre decíamos… y familiares, amigos y colegas no lo podían creer, o no lo recomendaban. Están locos decían.
Desde noviembre empiezan las lluvias en los Andes y 2019 no fue la excepción. Cuando el clima es “perfecto” el pico nevado se ve desde la altura de la ciudad; y es la bienvenida al Cusco de todo pasajero que arriba en avión, pues ya sea desde el norte o el sur, por alguna ventanilla de la cabina se podrá ver el Apu. En diciembre ya solo se veía gris oscuro en el firmamento.

Apu es una palabra quechua que implica autoridad, respeto, pero que a su vez cuida y es figura paterna/materna. Eso es el Ausangate según la cosmología inca.
La ruta al Ausangate es por la carretera Interoceánica Sur, en dirección a Puerto Maldonado, la capital de la selva meridional peruana, y con eso bromeábamos de camino, pues durante buena parte de las tres horas sobre carretera, la lluvia era intermitente pero suficiente como para tener a la mano un plan B.
Pero llegamos a Tinke y ese era el momento de salir del asfalto para encontrar la casa de Marcial, nuestro guía local, que con sus caballos nos ayudaría a completar la vuelta al nevado en 3 días. Pero ya estaba avanzada la tarde.
La primera noche recorrimos todo lo que pudimos con nuestras linternas, hasta Upis, el primer campamento, pues sabíamos que si el buen tiempo estaba de nuestro lado teníamos que cubrir la mayor cantidad de terreno.
Y no nos equivocamos, pues la mañana siguiente fue simplemente esplendorosa y caminamos increíblemente y sin ninguna otra compañía más que el eventual cruce con dos pasajeros y su guía que iban en dirección a Vinicunca.

La zona de bofedales alrededor del campamento de Upis, habla de la importacia de los glaciares como fuente de agua.
El “riesgo” de bordear el macizo nevado en temporada lluviosa estaba dando sus beneficios, nada de movimiento más que el nuestro en una zona tan vasta como 66,500 hectáreas (665Km2), que solo el día antes (12/12/2019) había sido decretada Area de Conservación Regional por el Estado Peruano. Estábamos de cierta forma celebrando en privado el hecho de que ahora, las medidas de conservación del área serán respaldadas por la denominación oficial dada.
Mientras tanto, el sol seguía acompañando, pero sabíamos que tarde o temprano el frío llegaría ya sea por medio de la lluvía o al caer la noche.
Se dice que no hay mal clima, sino mala indumentaria. Pero siempre pienso que la ropa de montaña y todos los accesorios para hacer más llevadera la experiencia en las alturas, implica procesos no sostenibles: uso de fibras sintéticas, elementos no biodegradables, ni reciclables, químicos repelentes al agua, y un largo etcétera. Esto es algo que deberá mejorar pronto, pues estos artículos están hechos para disfrutar del aire libre, pero su producción justamente contribuye a la degradación de estos espacios por medio del cambio climático y otros fenómenos asociados.
Entonces quería dejar algunas preguntas en el aire: ¿Dónde adquieres tus prendas, quién las produce y bajo qué compromiso ambiental, cómo dispones finalmente de ellas al dejar de ser útiles?

Con un fondo envidiable se retratan Alejandro (nuestro Director de producto), Josh (amigo norteamericano de visita), Shawn (nuestro amigo dueño de Antigua Casona San Blas) y Alex (ex-guía de RESPONS y amigo de aventuras).
El día 1 es más benévolo pero largo. Mayores dificultades esperan en los siguientes dos días pero también más recompensas paisajísticas.
El campamento para esta segunda noche ofrece una posición cercana a la laguna Ausangate, que durante la noche del 13/12 vió caer en sus aguas el deshielo del glaciar durante todas las horas de oscuridad lluviosa y también durante la tibia mañana, favorecida por el despejado amanecer (¡seguíamos con suerte!). Al otro lado ya se ven las montañas de colores que finalmente llevan a Vinicunca, pero nuestro camino era en la otra dirección, hacia el paso Palomani a 5,200 m.

Bastones de caminata, gafas oscuras y protección contra el sol y el viento son indispensables en esta fase del camino.
Hasta este punto, la fauna nos había sido [digamos] bastante esquiva, o tal vez no habíamos prestado la suficiente atención. Una que otra huallata o ganso andino (sobre todo en parejas) son las aves más conspicuas, y alpacas de algún granjero que se ven pastar en determinados puntos del camino, son las especies que hasta el momento habíamos registrado.
Seguimos entonces nuestro avance hasta Q’ampa (o Jampa), requiriendo de un mayor esfuerzo y notando la practicidad de portar botellas con filtros incorporados, a manera de hidratarnos cada vez que fuese necesario, pues si bien el agua está por todos lados, no es una fuente potable.
Evidentemente, cargar con botellas de agua desechables no es práctico aquí ni en ninguna parte. Tampoco una botella reusable corriente, pues no hay que correr riesgos de enfermarse por agua no confiable. Entonces, opciones como las que brindan LifeStraw o Grayl son indudablemente la apuesta segura.
El campamento más bonito de este recorrido llega después de haberse maravillado con las vistas más amplias del valle, que se ha moldeado por uno de los serpenteantes y caprichosos ríos de la zona.
Aquí ya estamos en territorio de zorros y vizcachas. Los primeros, seguramente adaptados a la presencia humana regular, que queriendo o no, deja residuos atrás con los cuales las capacidades carroñeras del estos cánidos salen a relucir. Las segundas, son roedores que casi invariablemente se ven en afloramientos rocosos, que cumplen el propósito de darles calor en horas de sol y refugio en caso de peligro.
Aquí pasamos a recomendar equipo óptico, ya que estos animalitos muy discretos y que se camuflan bien en su entorno, no son fáciles de ver, entonces, una cámara con buen aumento, binoculares ligeros o un muy práctico monocular pueden brindar buena distracción al facilitar la observación de la fauna menos conspicua.

Los caballos de carga mejoran enormemente el disfrute de la experiencia, pues para mayores comodidades durante las horas de campamento, se requiere portar con mayor cantidad de elementos.
Ya es 16 de diciembre y si bien ha llovido, nevado y granizado en diferentes momentos, el amanecer es nuevamente estupendo y la caminata del tercer día es la más bella de todas, ofreciendo los campos más verdes y la mayor cantidad de picos nevados de todo el recorrido.
El circuito alrededor del Ausangate se cierra al llegar a Pacchanta desde donde retomaremos los desplazamientos en auto para volver a Cusco (que nos esperaba con tanta lluvia como la que no tuvimos durante los cuatro días de expedición).
Así que, de esta manera me despido, con más imágenes que palabras del día 4, pues bien dice el dicho.
Queremos agradecer especialmente a Shawn Wroughton por la organización de este viaje y por el entusiasmo contagiante de iniciar la ruta en una temporada tan inusual.
Shawn es el dueño de uno de nuestros hoteles favoritos en Cusco y un amigo incondicional, por eso no tenemos reservas en recomendar a Antigua Casona de San Blas para tu estadía en la capital del antiguo Perú.
Ponte en contacto con Alejandro o cualquiera de nuestros especialistas diseñadores de viaje para planificar una vuelta al Apu Ausangate.
Además Alejandro recomienda leer Ladrones de sombra: El universo religioso de los pastores del Ausangate.
Por Daniel Muñoz
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